Se empeñaban en separarse pero duraban poco el destino les ponía una y otra vez en el camino que les volvía a unir.
La ultima vez su separación duró un poco más y en medio de esos días en blanco y negro la tristeza les impedía echarse de menos borrando cualquier recuerdo de momentos de felicidad.
El cielo , las calles y los parques perdieron sus colores y quedaron en blanco y negro hasta el día que todo cambio y en la calle que todos los días recorrían aparecieron esferas de luces doradas que a su paso se iluminaban cuando ya había varias iluminadas se vieron , se abrazaron y no se volvieron a separar porque desde ese día en su vida manda el corazón y no la razón.
Precioso relato con una bonita moraleja :)
ResponderEliminarMuchas veces el orgullo nos aleja de aquello que queremos.
Un beso!!!
Gracias Sara por tus palabras muy cierto que el orgullo nos aleja en muchas ocasiones.un beso y un abrazo.
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